domingo, 5 de agosto de 2007

Legítima libertad

Pobre niña que quieres ser mariposa, pero no te crecen las alas. Y aunque es probable que eso nunca ocurra, aún guardas la esperanza. Y tienes en tu mente una réplica imaginaria de lo que serías si tu sueño llegara a cumplirse. Una copia tan exacta que terminas creyendo que es tu verdadero y único destino.
Y los demás solo te vemos agitar los brazos sin que logres alzar vuelo. Pero nadie quiere ser emisario y decirte la verdad. Callamos y reímos por lo bajo, mitad burla, mitad pena.
Colorida, alegre, pero limitada. Es que con revolotear te alcanza. Porque volar, lo que se dice volar, vuelan las águilas. Extienden las alas y rodean los picos más altos de las montañas. Pero las mariposas son débiles. Pequeños seres que nos alegran la vida por un rato, que nos recuerdan que la primavera ha llegado. Pero que cuando termina, las flores se cierran y las hojas verdes se caen ya no tienen motivo ni causa de existencia.
Pero el próximo año llegará otra vez la primavera. Otra primavera, otras flores, otras hojas, otras mariposas ...
Mientras que desde la cima el águila le dará la bienvenida, fortalecida y con las alas extendidas.

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