domingo, 12 de agosto de 2007

¿Destino?

Golpeó la puerta tres veces, alguien abrió pero la atmósfera era tan espesa que no pudo ver quien era. Escuchó unos pasos adelantarse, tanto, que descubrió una inmensa sensación de soledad que lo abrumaba.
Agudizó el oído; escuchó los pasos que se alejaban; por impulso más que por instinto tomó una dirección que lejos de ser la acertada era una posibilidad remota ¿Acaso importa? El fin era el mismo.
Caminó tantos pasos como pudo antes de que el desconcierto lo paralizara como tantas veces en medio de la nada. Era la misma sensación que muchas veces le aflojo las piernas, que le quebró los tobillos, que lo dejó sentado apoyando la espalda contra la pared, con la mirada perdida pero inquieta buscando un punto, tan solo eso, un punto en que concentrar su atención en medio de la desesperación de no encontrar nada...

Se sintió desvanecer.
Despertó enredado entre las sábanas; no recordaba la mano tendida que lo había ayudado a levantarse y llegar hasta allí (más tarde descubrió que jamás se había levantado, los chichones en la cabeza delataban que indefectiblemente lo habían arrastrado). Semi incorporado trató de adivinar, por carencia de recuerdos, los motivos. Pero había estado ausente tanto tiempo que terminó por asumir como reales los que le apuntaban en aquel papel que a modo de manual de instrucciones había encontrado sobre la mesa de luz.
Golpearon tres veces la puerta. Por instinto bajo las escaleras y abrió la puerta... sentía resonar sus propios pasos en el piso de madera al cruzar el pasillo. A sus espaldas alguien trataba de seguirlo adivinando el camino. Sonrió. Cuando ya no tolerara la presión, caería; entonces lo tomaría de los tobillos y lo arrastraría hasta la alcoba, golpeando su cabeza tantas veces como escalones tuviera que subir. Luego despertaría. Escribiría en un papel borroneado las mismas cosas que a tras luz podían verse escritas en el mismo papel repetidamente.
Luego despertaría y entre la desesperación, el desconcierto y la inmensidad de una nada tan infinita aceptaría el cruel destino del conformismo. Indeclinable como una verdad absoluta e inevitable.

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