domingo, 9 de septiembre de 2007

Imparcialidad

Aquel día le negó su alma. Se lo dijo con todo respeto y un pedido de disculpas de por medio. Y aquél sin entender le redobló la apuesta pensando que si no aceptaba, al menos lo enfurecería y entonces la historia escrita se repetiría y sería nuevamente el protagonista. Pero contra todo pronóstico se sintió halagado y prometió que lo pensaría, porque quizás, en el futuro, uno nunca sabe...
Una respuesta tan confusa como insólita para el caso; una decisión, que no causa ira, ni venganza, ni temor, ni nada...
El otro llegó orgulloso, henchido creyendo que el objetivo se había cumplido, que su voluntad todo lo puede... Y lo invitó a sentarse a su lado en la mesa, y le ofreció el pan y le llenó la copa. Pero antes de llevársela a la boca volvió a dejarla sobre la mesa y con sus mejores modales rechazó el pan. Descolocado y confuso, el otro, intentó entender tal imparcialidad...
La mañana lo encontró tendido sobre la cama, la vida lo había abandonado y ahora se encontraba a la espera de que algo pasara.
Aún no había visto aquella luz incandescente, ni las llamas del fuego eterno quemaban su espalda; por el contrario la habitación permanecía cerrada y ni dentro, ni fuera pasaba absolutamente nada...
Parado en el umbral de la puerta, aquel demasiado pensativo, no la abre, ni la cierra... el increíble desconcierto.
Por fin llega el otro, y aquel pensando que esa era la respuesta a todas sus dudas le cede el paso. Pero el otro también estaba desconcertado, entonces, tan solo avanzó unos pocos pasos.
Él esperaba tendido sobre la cama, inmóvil... es que nada ocurriría hasta que alguno de los dos diera una orden. ¿Cuál de los dos la daría? ¿Quién sería?
Y el camino a la eternidad resultó ser más serio e importante que una tonta disputa moral, y el destino de su alma estaba en el centro de la mesa, junto a un mazo de cartas que ninguno de los dos deseaba cortar. Repartirlas y jugar indicaría que había algo que apostar (algo que perder, algo que ganar) y no lo había.
El veredicto tardaba demasiado, así que intentó moverse, y descubrió que podía levantarse, y de puntillas, como adivinando que si hacia algún ruido interrumpiría tan importante partida se acercó a la puerta. Primero trató de escuchar a través de esta pero el ambiente estaba sumido en el más espectral de los silencios. Entonces espió por la cerradura, pero no percibió presencia alguna.
Espero tanto como su ansiedad se lo permitió y salió de la habitación en busca de su destino eterno...
Pero sobre la mesa estaba su alma y el mazo de cartas apilado a un lado. Entonces descubrió que ya no había rumbo ni destino para su alma... no había eternidad, ni luces, ni llamas...
No tardó en darse cuenta de que su imparcialidad era el motivo...
Porque en la vida no se puede quedar bien con Dios y con el Diablo.

1 comentario:

Enigma dijo...

Hola que tal, vengo de Blogueratura.com para checar Tu blog, pero viendo que cumple con todo salvo un requisito, te dejo este msg.

Sucede que en blogueratura.com no se dan de alta blog sino tienen de menos 3 meses de vida y publicando, por ello, guardo tus datos y cuando cumplas este detallito, me avisas para darle de alta, ¿vale?

Saludos y cualquier duda el.enigma@gmail.com o blogueratura@gmail.com