martes, 25 de septiembre de 2007

Nunca quise que te fueras

Envases, envases, envases... vacíos ¿De qué sirven? Clasificados, rotulados, identificados... El contenido hace tiempo evaporado no deambula volátil, no está libre simplemente perdido. ¿Qué consuelo nos queda? El egoísmo. Los que se van, los que se quedan; casualidad y misterio. Incomprensible en esencia, incomprensible de hecho.
La ausencia no es terrible, el problema es que la tuya es eterna. El problema no es que te fuiste, el problema es que lo hiciste antes de que pudiera decirte que quería que te quedes; y la frase se me queda atravesada en la garganta recordándome el destiempo cada vez que trago saliva conteniendo el llanto que se empecina.
Dejaste la puerta entreabierta golpeándose contra el marco a causa de la ráfaga que provocaste al salir tan rápido.Puedo verte por la hendija y me arrepiento. Sé que no puedo pasar al otro cuarto por eso espero, mientras tanto te recuerdo.
No sé si tenés alas, no idealizo. El recuerdo me alcanza para saber lo que fuiste conmigo

domingo, 16 de septiembre de 2007

Opuestos

Di un paso más, sin pensarlo, simple impulso. Respiré hondo; llené mis pulmones y me zambullí en el agua, en lo profundo. No me dio miedo, no tuve tiempo y aunque pienso y me flagelo no me arrepiento. Fue tan intenso como quise y tan distante al mismo tiempo. Fue un cruce en una intersección, un instante coincidente, nada más.
La oscuridad nunca me dio miedo y juro que a veces la prefiero. Llueve impiadosamente y yo río, simplemente río porque mojarme nunca me dio miedo. Y corro bajo el agua porque no me importa resbalar y caerme. El viento sopla y dejo que me arrastre, que me lleve porque es lo más parecido a volar que conozco.
Pero a veces me quedo paralizada en medio de la tormenta y veo como te refugias para no mojarte, bajo un farol para no quedar a oscuras, aferrado para que el viento no te arrastre.
Y mientras me decido si es decepción, un error o un futuro olvido me quito el abrigo. Porque aunque no quieras creerlo, tampoco le tengo miedo al frío.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Imparcialidad

Aquel día le negó su alma. Se lo dijo con todo respeto y un pedido de disculpas de por medio. Y aquél sin entender le redobló la apuesta pensando que si no aceptaba, al menos lo enfurecería y entonces la historia escrita se repetiría y sería nuevamente el protagonista. Pero contra todo pronóstico se sintió halagado y prometió que lo pensaría, porque quizás, en el futuro, uno nunca sabe...
Una respuesta tan confusa como insólita para el caso; una decisión, que no causa ira, ni venganza, ni temor, ni nada...
El otro llegó orgulloso, henchido creyendo que el objetivo se había cumplido, que su voluntad todo lo puede... Y lo invitó a sentarse a su lado en la mesa, y le ofreció el pan y le llenó la copa. Pero antes de llevársela a la boca volvió a dejarla sobre la mesa y con sus mejores modales rechazó el pan. Descolocado y confuso, el otro, intentó entender tal imparcialidad...
La mañana lo encontró tendido sobre la cama, la vida lo había abandonado y ahora se encontraba a la espera de que algo pasara.
Aún no había visto aquella luz incandescente, ni las llamas del fuego eterno quemaban su espalda; por el contrario la habitación permanecía cerrada y ni dentro, ni fuera pasaba absolutamente nada...
Parado en el umbral de la puerta, aquel demasiado pensativo, no la abre, ni la cierra... el increíble desconcierto.
Por fin llega el otro, y aquel pensando que esa era la respuesta a todas sus dudas le cede el paso. Pero el otro también estaba desconcertado, entonces, tan solo avanzó unos pocos pasos.
Él esperaba tendido sobre la cama, inmóvil... es que nada ocurriría hasta que alguno de los dos diera una orden. ¿Cuál de los dos la daría? ¿Quién sería?
Y el camino a la eternidad resultó ser más serio e importante que una tonta disputa moral, y el destino de su alma estaba en el centro de la mesa, junto a un mazo de cartas que ninguno de los dos deseaba cortar. Repartirlas y jugar indicaría que había algo que apostar (algo que perder, algo que ganar) y no lo había.
El veredicto tardaba demasiado, así que intentó moverse, y descubrió que podía levantarse, y de puntillas, como adivinando que si hacia algún ruido interrumpiría tan importante partida se acercó a la puerta. Primero trató de escuchar a través de esta pero el ambiente estaba sumido en el más espectral de los silencios. Entonces espió por la cerradura, pero no percibió presencia alguna.
Espero tanto como su ansiedad se lo permitió y salió de la habitación en busca de su destino eterno...
Pero sobre la mesa estaba su alma y el mazo de cartas apilado a un lado. Entonces descubrió que ya no había rumbo ni destino para su alma... no había eternidad, ni luces, ni llamas...
No tardó en darse cuenta de que su imparcialidad era el motivo...
Porque en la vida no se puede quedar bien con Dios y con el Diablo.

domingo, 2 de septiembre de 2007

En pretérito

Era de las personas que dejaban huellas, profundas. Nunca caminó por otra superficie que no sea cemento fresco.Su paso perduraba en el tiempo. Ahí estaba, por allí había pasado, por siempre recordada.Había pasado... el atemorizante tiempo verbal “pasado perfecto”.
Hoy camina zigzagueante por la orilla del mar y ve como irreverentes las olas arrastran sus huellas... A veces camina cuando llueve, entonces las huellas profundas legitiman su paso. Pero la lluvia para, la tierra se seca... Lo peor es aceptar que el viento sopla, sopla fuerte y persistente. Y el barro se convierte en tierra, que se dispersa... ya no hay huellas...
Era de esas personas que se sientan a llorar en el umbral de la puerta mientras miran fijo los pies de la gente que camina por la vereda para asegurarse que les pasa lo mismo, que no dejan huellas. No lograba ver con claridad, las lágrimas empañaban la imagen. Esperaba a que caigan, pero brotaban nuevamente, tantas veces, tantas veces...
Es de esas personas que se sientan cada tarde en la vereda. La gente pasa caminando frente a ella. No mira, solo recuerda. Alguna vez dejó huellas sobre el cemento fresco y sus pisadas tal vez hallan resistido el paso del tiempo.
Ya no llora...
La imagen nítida...
La mente en blanco...
Los pies paralizados...
Es probable que aun esté pensando, porque dejó marcas tan persistentes en el lugar y en el momento equivocado.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Objetivo

No soñaba, planificaba. Nunca imaginó un futuro en el que a causa de los mil y un infortunios de la vida pudieran modificarse sus planes; virar y cambiar el rumbo de ese camino pensado de antemano. No consideró los arrebatos inexplicables y sin sentido que le señalaran nuevas direcciones, ni la posibilidad de caprichosas rutas alternativas.
Sólo tenía en cuenta el punto de partida y el de llegada de un camino recto, llano y directo.
Y llegó a la meta pero se perdió el misterio de lo que le aguardaba detrás de la curva, la aventura de la ruta desconocida, del destino incierto. De la sorpresa al descubrir que un día, sin previo aviso, que el viaje había llegado a su fin.
No demoró porque nunca le cedió el paso a nadie y no cayó porque su paso era firme. No dudó porque no se distrajo. Y ahora que ha llegado, hace años que espera en soledad a los que por soñar se han demorado.