Me miraste fijo y, como si se tratara de un código que habíamos creado con el paso del tiempo producto del desgaste de las palabras tantas veces repetidas, descifré el mensaje.
Me senté en la punta de la cama esperando escuchar el portazo. Y aunque no lo sabía con certeza, rogué que fuera definitivo.
(Continuará)
domingo, 13 de julio de 2008
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1 comentario:
Cintia gracias por tu comentario.
Muy interesantes tus relatos...
Saludos
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